Un resultado justo y efectivo de Copenhague
Nosotros, los grupos y organizaciones abajo firmantes, incluyendo organizaciones de desarrollo, ambiente, genero, y juventud, comunidades religiosas, pueblos indígenas y movimientos para la justicia social y económica en África, Asia, América Latina y el Caribe, Europa y América del Norte, convocamos al mundo rico e industrializado a reconocer su responsabilidad histórica y actual por las causas y los efectos adversos del cambio climático, y a efectuar de manera completa, efectiva e inmediata el pago de la deuda climática que mantienen con los países, la gente y las comunidades pobres.
El cambio climático amenaza el equilibrio de la vida en el plantea. El nivel de los océanos está ascendiendo y sus aguas se están acidificando; las capas de hielo y los glaciares se están derritiendo; los bosques, los arrecifes de coral y otros ecosistemas se están deteriorando o colapsando. Corre peligro la propia existencia de algunas comunidades, en tanto otras enfrentan obstáculos cada vez mayores para su desarrollo. Estamos bajo la amenaza de una catástrofe climática que a menos que se logre revertir, implica riesgos cada vez mayores de fenómenos atmosféricos crecientemente violentos, colapso de los sistemas alimentarios, migraciones masivas y conflictos humanos sin precedentes.
Los pueblos, comunidades y países pobres han sido quienes menos han contribuido a las causas de este cambio climático, pero son sin embargo sus primeras víctimas y los más afectados. Quienes viven bajo el mayor riesgo son las mujeres, los pueblos indígenas, los pobres, los pequeños agricultores y campesinos, los pescadores artesanales y las comunidades de los bosques, los pueblos que cuentan con recursos escasos de agua, jóvenes y otros grupos vulnerables a los daños e impactos a la salud que generan de estos cambios.
En contraposición, es una minoría rica de países, empresas y personas en el mundo quienes son los principales causantes del cambio climático. Los países desarrollados representan menos de una quinta parte de la población del planeta y han emitido casi las tres cuartas partes de todas las emisiones históricas. Las emisiones excesivas de estos países tanto históricas como actuales, ocupan hoy la atmósfera y son la causa principal del calentamiento actual y del que ya está comprometido en el futuro.
Los países desarrollados han consumido más de la cuota justa que les corresponde del espacio atmosférico del planeta. Utilizando como medida base la población, son responsables de las emisiones históricas en una proporción 10 veces superior a la de los países en desarrollo. Sus emisiones por persona cuadruplican hoy las de los países en desarrollo.
Por su contribución desproporcionada a las causas y consecuencias del cambio climático, los países desarrollados mantienen una deuda climática doble con la mayoría pobre:
· Por sus emisiones excesivas históricas y actuales - al negarle a los países en desarrollo su cuota parte justa de espacio atmosférico- han contraído una "deuda de emisiones" con los países en desarrollo; y
· Por su contribución desproporcionada a los efectos del cambio climático -que obliga a los países en desarrollo a adaptarse a los impactos y daños crecientes del clima - han contraído una "deuda de adaptación" con los países en desarrollo.
La suma de estas deudas en su conjunto -deuda de emisiones más deuda de adaptación- constituye la DEUDA CLIMÁTICA, que es parte de una deuda económica, social y ecológica mayor que mantiene el mundo rico e industrializado con la mayoría pobre del planeta.
Cumplir con estas obligaciones no solo es lo correcto, sino que constituye la base justa y efectiva para una solución al cambio climático. Aquellos que más se beneficiaron al dar origen al cambio climático deben indemnizar a quienes han tenido la menor contribución al problema pero que son los que sufren sus peores efectos. Es obligación de los países ricos compensar a los países en desarrollo por la doble barrera que le han impuesto a su desarrollo: la mitigación y adaptación al cambio climático, que no fueron un problema para los países desarrollados en el transcurso de su propio proceso de desarrollo, pero del cual ellos son los causantes.
Los países desarrollados, sin embargo, pretenden que se les condone esta deuda en lugar de pagarla. En las negociaciones sobre el clima buscan pasar los costos sustanciales de la adaptación a los países en desarrollo; evadiendo y no saldando su deuda de adaptación. Y buscan seguir con su alto nivel de emisiones por persona; profundizando su deuda de emisiones en vez de pagarla, consumiendo espacio atmosférico adicional, y hacinando a la mayoría pobre del mundo en el ya pequeño y cada vez más constreñido espacio restante.
Estamos preocupados porque el consumo excesivo de espacio atmosférico que continúan teniendo los ricos del mundo a expensas de los pobres del mundo -que necesitan disponer de energía y recursos para la construcción de escuelas, viviendas e infraestructura que el mundo rico ya tiene y que sigue aprovechando- pone en riesgo las perspectivas de cualquier solución viable para el cambio climático, y de esta forma, la seguridad de todos los habitantes del planeta.
Para que el resultado de las negociaciones sobre el clima sea justo y efectivo es fundamental -y por lo tanto reclamamos--que los países desarrollados reconozcan y paguen en toda su amplitud la deuda climática que mantienen con los países en desarrollo, comenzando en Copenhague. Exhortamos a los países ricos a que:
· Paguen la deuda de adaptación que tienen con los países en desarrollo, comprometiéndose a tal efecto a financiar y compensar plenamente por los efectos negativos del cambio climático a todas las personas, grupos y países afectados;
· Paguen su deuda de emisiones con los países en desarrollo comprometiéndose a tal efecto a reducir sus emisiones nacionales tan drásticamente como sea posible, y comprometiéndose igualmente a una cantidad determinada de emisiones que refleje cabalmente la medida real de sus contribuciones excesivas históricas y presentes al cambio climático; y
· Pongan a disposición de los países en desarrollo la financiación y las tecnologías necesarias para cubrir los costos adicionales de la mitigación y adaptación al cambio climático, como lo estipula la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
Satisfacer estas demandas es un prerrequisito básico para que la Conferencia de Copenhague en diciembre de 2009 sea un éxito. Esta Conferencia debe ser un punto de inflexión para la justicia climática -un pilar fundamental en el camino hacia la salvaguardia del sistema climático del planeta y para garantizar un futuro en el cual los derechos y aspiraciones de todos los pueblos puedan hacerse realidad.
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