15 de octubre de 2009

Desafíos de la agenda social ante la crisis climática

Por Elizabeth Peredo Beltrán

Fundación Solón, Bolivia

... el cambio climático no puede limitarse a una discusión sobre cuotas de emisión de gases o derivar en falsas soluciones como los mercados de carbono o los biocombustibles que no resuelven el problema de fondo, más al contrario: lo empeoran. Al ser una crisis civilizatoria ligada íntimamente a la sobrevivencia del planeta, de las comunidades humanas y de las diferentes especies que lo habitan, requiere tomar medidas y acciones urgentes orientadas a cambiar radicalmente las profundas causas de la crisis, empezando por recuperar y desarrollar formas de vida mas sostenibles y justas, por saldar la deuda histórica que tienen los países desarrollados con el sur y cambiar las bases mismas del paradigma contemporáneo, su matriz de producción y de consumo, sus mecanismos financieros y reglas de comercio destructivas.

Preámbulo

La Paz es una hermosa ciudad andina rodeada de glaciares de la Cordillera Oriental de los Andes, entre los que se destaca el hermoso e imponente Illimani, Apu guardián de sus habitantes, del paisaje y de los cerros menores que rodean esta ciudad. Más de dos millones de habitantes se cobijan en este paisaje de valles urbanos y altiplano: La Paz y El Alto, dos ciudades de historias intensas, de larga trayectoria en la construcción de una sociedad donde la justicia y la diversidad cultural buscan convivir en armonía.

El escudo departamental de La Paz tiene en su centro la imagen imponente de este hermoso nevado, es decir que este glaciar es parte de la historia y la identidad de nuestro departamento y el país entero. El Illimani, como la mayoría de los glaciares en el mundo, es fuente de una valiosísima información sobre la historia del planeta; al igual que los árboles, sus diferentes capas proporcionan datos sobre el clima en la tierra durante siglos. Mientras más antiguo sea el glaciar y más nieve y hielo concentre en su estructura, más aportará en la información sobre los diferentes períodos en el mundo sobre el clima y de la habitabilidad del planeta. Los glaciólogos suelen brindar informes sobre nuestra historia larga a partir de estudiar las diferentes capas de hielo formadas en el tiempo. La ciencia confirma lo que las ancestrales culturas andinas nos dicen: los nevados son nuestra memoria y por tanto nuestra protección.

Pero además, el Illimani de manto blanco en la ciudad de La Paz es fuente de inspiración para poetas, artistas y pintores que encuentran en su impresionante belleza una fuente de identidad y de sentido en sus vidas. Hay tangos, huayños, boleros y demás canciones que llevan el Illimani como símbolo de ensoñación. Cientos de grupos culturales de bailarines, musicales e intelectuales toman su nombre para identificarse. Solón pintó un Illimani cuando las ventanas de su taller, ubicado en el barrio de Sopocachi, fueron cubiertas por un moderno edificio de los muchos que hace años van cubriendo ventanas y levantando sombras en el barrio. Inconforme con no contemplar el hermoso nevado, su Illimani pintado en un papel sobre la ventana tapada, lo acompañó durante algunos años. Este glaciar es, sin duda, fuente de identidad y de escondidas pasiones.

Según la UNESCO la identidad cultural es un derecho inalienable de los pueblos. Sin embargo, el Illimani, el Mururata, el Huayna Potosí y todos nuestros glaciares andinos, como decenas de otros glaciares en el mundo, símbolos de identidad y de memoria, se derriten ante nuestros ojos como una metáfora del poco tiempo que nos queda para reaccionar y cambiar el curso de los acontecimientos signados por la civilización occidental capitalista basada en la codicia y la acumulación irracional e irresponsable.

No es el único glaciar que perdemos lentamente. En Bolivia ya se ha perdido un glaciar mas pequeño y más frágil: el famoso Chacaltaya donde turistas y miles de jóvenes iniciaron sus aventuras en sky andino y podían disfrutar de patinar en el glaciar más alto del mundo a más de 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar.

De ese glaciar hoy sólo queda el recuerdo y la sensación de impotencia ante un fenómeno que no hemos provocado -Bolivia es responsable de menos del 0,10% de las emisiones globales-, pero del que sufrimos las consecuencias en condiciones de gran vulnerabilidad. No porque seamos malas gentes, ni porque tengamos mala suerte, sino por una enorme deuda histórica que generaron los países desarrollados al aprovechado de nuestros territorios, de nuestra gente y nuestra buena voluntad. Así colonialismo y capitalismo nos dejan una deuda años de explotación, abuso y marginalidad .

Quién nos devolverá, nuestros nevados, fuentes de agua, energía, identidad y vida, ahora que el calentamiento global lo derrite inevitablemente?

Quién responderá por las innumerables catástrofes e inundaciones provocadas por la corriente del Niño ahora exacerbada por los enormes cambios en el clima? En fin, quiénes devolverán al planeta la armonía que se necesita para seguir cobijándonos?

(sigue texto...)

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