Copenhague, 17 nov (EFE).- La última reunión a nivel de ministros previa a la Cumbre Climática Mundial de Copenhague (COP 15) concluyó hoy con un reconocimiento por parte de la ONU y el Gobierno danés de que no se cerrará un tratado en la capital danesa y que el objetivo es una fórmula rebajada en forma de acuerdo político vinculante. Esta constatación es consecuencia de la declaración hecha la pasada semana por los presidentes de EEUU y China, los dos países mas contaminantes del mundo, de que no será posible en esa cumbre un acuerdo vinculante para reducir las emisiones de dióxido de carbono. Tanto el responsable de la ONU sobre cambio climático, Yvo de Boer, como el primer ministro danés, Lars Løkke Rasmussen, y su ministra de Clima, Connie Hedegaard, respaldaron la propuesta danesa de "Un acuerdo, dos propósitos", que pretende cerrar un pacto sobre las principales cuestiones y aplazar la firma de un tratado para más adelante. La propuesta, presentada hace dos días en Singapur por Rasmussen en una reunión con líderes mundiales al margen de la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), cuenta con el beneplácito de EEUU, según se esforzó en resaltar hoy Hedegaard en una conferencia de prensa con De Boer al término de la reunión. "Seguimos hablando de un tratado de Copenhague, sólo que no sabemos cuándo se cerrará", declaró De Boer, que habló de que el COP 15, que se celebra del 7 al 18 de diciembre, debe ser un "punto de inflexión" y repitió a grandes rasgos lo dicho hace dos semanas en la cumbre preparatoria de Barcelona. Más tajante había sido horas antes Rasmussen, que en un discurso a los ministros y asesores de Medio Ambiente de 43 países reunidos en la capital danesa habló de centrarse en "lo que es posible" y no dejarse distraer "por lo que no es posible", en alusión al tratado. Hedegaard y De Boer coincidieron en señalar que el objetivo en el COP 15 es cerrar un acuerdo político que recoja compromisos concretos sobre reducción de emisiones y mecanismos de adaptación y financiación a corto y medio plazo para los países en desarrollo, dejando aparcada la cuestión del tratado. Esa camino goza de "gran reconocimiento" entre los países reunidos estos días en Copenhague, según Hedegaard, quien calificó de "señal muy fuerte" las palabras hoy en China en ese sentido del presidente de EEUU, Barack Obama. La reunión clausurada hoy, bautizada "Pre-COP 15", tenía un carácter de consulta informal y no de negociación, como admitió Hedegaard, quien no obstante no ahorró elogios al hablar de la "voluntad" y "sentido de responsabilidad" de los participantes, así como de la "atmósfera" y el "espíritu" optimistas, aunque no se hayan producido avances concretos. Aunque según Hedegaard y De Boer estos días se han tratado todos los temas importantes en las negociaciones, la cuestión de las penalizaciones en caso de incumplimiento de los compromisos del tratado no se ha tocado, lo que revela el largo camino que queda para firmar un acuerdo que reemplace el protocolo de Kioto. "Siento que hoy todo se ve mejor que antes. Hace seis meses algunas discusiones que hemos tenido habrían sido imposibles. Se ha reconocido que éste es el camino para lograr un acuerdo ambicioso", afirmó Hedegaard, quien no quiso hablar de fechas concretas. Según la ministra danesa, habrá un tratado "tan pronto como sea posible", sin especificar más, puesto que "tenemos que hacer lo que las partes nos dicen que es posible". La ONG Oxfam criticó hoy en un comunicado desde Copenhague la postura de Dinamarca y de los países ricos de aplazar la decisión de cerrar un tratado y reclamó la necesidad de acordar reducciones de emisiones por los países industrializados y ayudas para que los países en desarrollo financien reducciones y adaptaciones. La organización ecologista Greenpeace recordó por su parte a los políticos de los países ricos que "los retrasos cuestan vidas y el clima no espera, los más pobres necesitan un acuerdo en Copenhague que garantice acción, no más palabras amables ni retórica confusa". "Está claro que el presidente Obama personalmente está rebajando las expectativas del mundo, usando una actitud de 'no, no podemos', en vez de ser el cambio que dijo que sería", afirmó en un comunicado Kaisa Kosonen, asesora de Greenpeace, quien acusó a Washington de persuadir a Rasmussen para seguir esa vía. |
19 de noviembre de 2009
La ONU y el Gobierno danés rebajan las expectativas sobre la cumbre de Copenhague
18 de noviembre de 2009
Reflexiones sobre la agenda social ante la crisis climática
Elizabeth Peredo Beltrán
ALAI AMLATINA, 16/11/2009.- El Cambio Climático que vivimos no es cualquier crisis más, es una alerta global sobre la ruta de autodestrucción que eligieron los poderosos, de las inequitativas posibilidades que quedan en el mundo para sobrevivir -los pueblos indígenas, los grupos sociales más pobres, las mujeres, los viejos y los niños son los más afectados en el mundo de hoy -.
La Paz es una hermosa ciudad andina rodeada de glaciares de la Cordillera Oriental de los Andes, entre los que se destaca el hermoso e imponente Illimani, Apu [1] guardián de sus habitantes y de los cerros menores que la rodean. Más de dos millones de habitantes se cobijan en este paisaje de valles urbanos y altiplano: La Paz y El Alto, dos ciudades de historias intensas, de larga trayectoria en la construcción de una sociedad donde la justicia y la diversidad cultural buscan convivir en armonía.
El escudo departamental de La Paz tiene en su centro la imagen imponente de este hermoso nevado, es decir que este glaciar es parte de la historia y la identidad de nuestro departamento. El Illimani, como la mayoría de los glaciares en el mundo, es fuente de una valiosísima información sobre la historia del planeta; al igual que los árboles, sus diferentes capas proporcionan datos sobre el clima en la tierra durante siglos. Mientras más antiguo sea el glaciar y más nieve y hielo concentre en su estructura, más aportará en la información sobre los diferentes períodos en el mundo sobre el clima y hasta la habitabilidad del planeta. Los glaciólogos suelen brindar informes sobre nuestra historia larga a partir de estudiar las diferentes capas de hielo formadas en el tiempo. La ciencia confirma lo que las ancestrales culturas andinas nos dicen: los nevados son nuestra memoria y por tanto nuestra protección.
Más aún, el Illimani de manto blanco en la ciudad de La Paz es fuente de inspiración para poetas, artistas y pintores que encuentran en su impresionante belleza una fuente de identidad y de sentido en sus vidas. Hay tangos, huayños, boleros y canciones que invocan el Illimani como símbolo de ensoñación. Cientos de grupos culturales de bailarines, musicales e intelectuales toman su nombre para identificarse. Walter Solón pintó un Illimani cuando las ventanas de su taller, ubicado en el barrio de Sopocachi, fueron cubiertas por un moderno edificio de los muchos que hace años van cerrando ventanas y levantando sombras en el barrio. Inconforme con no contemplar el hermoso nevado, su Illimani pintado en un papel sobre la ventana tapada, lo acompañó durante algunos años en su taller ubicado en el tercer piso de la Fundación Solón. Este glaciar es, sin duda, fuente de identidad y de inspiración.
Según la UNESCO [2] la identidad cultural es un derecho inalienable de los pueblos. Sin embargo, el Illimani, el Mururata, el Huayna Potosí, el Tuni-Condoriri y todos nuestros glaciares tropicales andinos, como decenas de otros glaciares en el mundo, símbolos de identidad y de memoria, se derriten ante nuestros ojos como una metáfora del poco tiempo que nos queda para reaccionar y cambiar el curso de los acontecimientos signados por la civilización occidental capitalista basada en la codicia y la acumulación irracional e irresponsable.
No es el único glaciar que perdemos por el calentamiento global. En Bolivia ya ha desaparecido un glaciar más pequeño y más frágil: el famoso Chacaltaya, que era la base del Club Andino Boliviano y tenía el único "lift" para sky en todo el país. Un glaciar donde los turistas y miles de jóvenes iniciaron sus aventuras en "sky" andino y podían disfrutar de patinar en el glaciar más alto del mundo a más de 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar.
De ese glaciar hoy sólo queda el recuerdo y la sensación de impotencia ante un fenómeno que no hemos provocado -Bolivia es responsable de poco más del 0,10% de las emisiones globales-, pero del que sufrimos las peores consecuencias y en condiciones de gran vulnerabilidad. Los glaciares andinos son la base de la provisión de agua y de energía para las ciudades y poblaciones que los rodean, varios ecosistemas dependen de ellos para su equilibrio. En el caso de La Paz y El Alto dependemos en más de un 40% de esta fuente de agua y energía. Estudios científicos del Programa Hidrológico Internacional de la UNESCO, ya alertan sobre la progresiva e inminente desaparición de los glaciares tropicales de los Andes y de la emergencia humanitaria que se vivirá por la falta de agua. En la actualidad más de 1 millón de personas de la ciudad de El Alto están ya recibiendo un servicio racionado de agua por la agravada escasez de este elemento en los servicios públicos, mientras que los animales de pastoreo de las comunidades rurales de las regiones del Altiplano y del Chaco mueren por la falta de agua, los cultivos se ven afectados y muchas comunidades de las regiones rurales del país incluidas las de los Yungas, sufren por la elevación de la temperatura, la falta de agua y la afectación a sus más elementales medios de vida.
Estudios científicos preveen que esta situación afectará a más de 70 millones de personas en América del Sur en un futuro próximo. La pérdida de glaciares en el mundo amenaza el derecho a la vida a millones de personas, en el caso de los Glaciares del Himalaya estos están retrocediendo más rápidamente a una media de 10-15 metros por año, su pérdida afectará la vida de al menos 1.500 millones de personas de China, India y Nepal.
Esto no sucede porque tengamos mala suerte, ni por ningún castigo divino, sino por una enorme deuda histórica que generaron los países desarrollados al haber aprovechado del espacio atmosférico, de nuestros territorios, de nuestra gente y nuestras riquezas. Y estamos hablando no sólo de Bolivia, sino del Sur Global. Así, colonialismo y capitalismo nos dejan una deuda de siglos de explotación, vulnerabilidad y marginalidad.
Quién nos devolverá nuestros nevados, fuentes de agua, energía, identidad y vida, ahora que el calentamiento global los derrite inevitablemente? Como enfrentaremos la aguda escasez de agua que hay en nuestras regiones? Quién responderá por las innumerables catástrofes e inundaciones en el mundo, ahora exacerbadas por los enormes cambios en el clima? En fin, quiénes devolverán al planeta la armonía que necesita para seguir cobijándonos?
El cambio climático es un espejo del sistema
La Conferencia de las NNUU sobre Cambio Climático ha delatado un sistema de vida profundamente insostenible en el mundo, mostrando que los impactos de la excesiva producción de gases de efecto invernadero son ya extremos y por mucho tiempo irreversibles. Aunque las emisiones bajaran a 0 ya nada nos devolverá nuestros nevados perdidos, ni nada evitará la pérdida de territorios en los países insulares, ni la agravada escasez de agua en el mundo, ni nada podrá controlar la enorme frecuencia de desastres ambientales provocados por este fenómeno en todo el mundo. Reportes científicos sobre la huella ecológica que deja actualmente la humanidad afirman que el planeta gasta 30% más de lo que la tierra puede regenerar en un año, arrastrando un déficit suicida [3].
El equilibrio se ha roto. Nunca antes hemos enfrentado un problema de tal magnitud que evidencie tan claramente los más profundos problemas y contradicciones de nuestra civilización. Detrás del calentamiento global se esconde impune un sistema de acumulación irracional movido por el afán de lucro de empresas y transnacionales, y de visiones que aplicaron a ultranza una concepción de desarrollo y bienestar devastadora para el planeta, socavando las bases mismas de la vida y del futuro. (sobreexplotación, extractivismo, comodidad y despilfarro)
Es cierto que todos los países del mundo contribuyen a la emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI), pero los grados de responsabilidad son diferenciados; no todos los generan en la misma proporción y está claro que son los países desarrollados e industrializados son los principales responsables del calentamiento global. Estamos hablando de las acumulaciones históricas de GEI que se han producido desde principios de la era industrial y que en las últimas 4 décadas, coincidiendo con la vigencia globalizada del Consenso de Washington se han incrementado exponencialmente. En la actualidad el 80% de las emisiones globales son producidas por las industrias, la energía y el consumo desmedido de los países más ricos y más desarrollados que reúnen el 20% de la población mundial. América Latina es responsable apenas del 10.3% de las emisiones globales. Esta diferencia en las emisiones entre países desarrollados y países en desarrollo no han sido controladas ni antes ni ahora, a pesar de haberse alertado sobre este peligro hace más de 15 años y de haberse firmado el Protocolo de Kyoto destinado a este fin. De los 191 países que han firmado este Protocolo, uno de los más poderosos y contaminadores (20.2%)se ha negado sistemáticamente a ratificarlo como es el caso de Estados Unidos [4], mientras que en las negociaciones de la COP 15 los países desarrollados no realizan compromisos verdaderos para reducir sus emisiones e incluso pretenden escapar del cumplimiento que les exige el Protocolo de Kyoto archivándolo y buscando un acuerdo frágil y poco significativo.
El Cambio Climático que vivimos no es cualquier crisis más, es una alerta global sobre la ruta de autodestrucción que eligieron los poderosos, de las inequitativas posibilidades que quedan en el mundo para sobrevivir -los pueblos indígenas, los grupos sociales más pobres, las mujeres, los viejos y los niños son los más afectados en el mundo de hoy -.
Pero también es un desafío para, en medio del shock y las voces apocalípticas que pretenden salidas de urgencia antes que soluciones verdaderas, se busquen caminos de solidaridad, honor, justicia y equidad.
Por eso, la crisis climática al mismo tiempo es una crisis que pone en primer plano la necesidad de crear nuevos paradigmas recuperando y construyendo una ética de relación con la naturaleza y el gran amor a la vida que tienen los pueblos y las comunidades locales en todo el mundo, los pueblos indígenas, las mujeres, las sociedades agrícolas; de su capacidad de adaptarse y sobrevivir, de desarrollar los principios de la solidaridad en la vida cotidiana, de enfrentar la adversidad apelando a su voluntad, a sus conocimientos tradicionales, a los saberes locales y a los que proporciona la vida cotidiana. También es una oportunidad para dar una mirada a todas las visiones y concepciones desarrolladas por diversas culturas en el mundo sobre la necesidad de una armonía con la naturaleza y sobre el cuidado que debemos al planeta.
Hay millones de personas en el mundo, cientos de sociedades y culturas que gracias a sus conocimientos acumulados enfrentan los cambios globales, logran encontrar soluciones parciales y desarrollan propuestas dignas de ser tomadas en cuenta, pues nos enseñan que debemos enfrentar el problema desde sus orígenes y con la creatividad y la voluntad necesaria para revisar y cambiar los paradigmas de vida dominantes que nos dicen que el desarrollo es infinito: desarrollo=destrucción y extracción, bienestar=comodidad a costa del otro, éxito=poder y discriminación, poder = menosprecio y humillación.
Albert Einstein decía: "No podemos resolver problemas pensando de la misma manera que cuando los creamos". Los principios que hasta ahora han regido para el desarrollo y la sobrevivencia han resultado ser calamitosos, pues no solamente están concentrados en un beneficio unilateral sino que generan destrucción en el medio ambiente y vulneran derechos humanos. Sólo benefician a los más poderosos en el mundo, siendo el origen de las mas profundas inequidades e injusticias.
La necesidad de cambiar los paradigmas que sostienen nuestra civilización es apremiante, y ello implica voluntad política pero sobre todo valor para deconstruir y recuperar lo que es capaz de cuidar la humanidad y la naturaleza de una manera no solamente sostenible sino fundamentalmente equilibrada y justa.
- Elizabeth Peredo nació en La Paz, es psicóloga social y forma parte de la Fundación Solón en Bolivia.
* Versión ampliada de este texto en http://alainet.org/active/34405
Notas:
[1] APU en la cultura andina y en el idioma quechua significa "señor, espíritu tutelar de la montaña y espíritu protector de una región, habitada por seres humanos o no"; se dice que los espíritus protectores moran en las cúspides con los ancestros, por eso muchas veces un cerro es una divinidad, un dios sagrado que habita la montaña como por ejemplo el TUNUPA. En el glosario andino AYLLU APU es "el espíritu tutelar de una montaña que protege una pequeña aldea o comunidad". Se dice que "Los cerros respiran el agua del cielo y la exhalan a la tierra", resaltando su vinculación con el ciclo del agua.
[2] En la Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural adoptada por la UNESCO el 2 de Noviembre de 2001 se afirma que la cultura es "un conjunto de rasgos distintivos espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizana una sociedad o a un grupo social y que abarca, además de las atres y la letras, los modos de vida, las maneras de vivir juntos, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias".
[3] Los informes del WWF, reportan que la huella ecológica que deja a su paso la humanidad ha sobrepasado la capacidad de la biosfera para reponerse en un 30% anual. Este informe reporta que la primera vez que la huella de la humanidad excedió la biocapacidad del planeta fue en1980.Su informe contiene datos detallados por países y por regiones en los que se aprecia la diferencia entre los países desarrollados y los países en desarrollo.
[4] http://unfccc.int/files/kyoto_protocol/status_of_ratification/application/pdf/kp_ratification_chad_20091106.pdf
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11 de noviembre de 2009
LA TIERRA NO AGUANTA MÁS!
Por Sergio Ferrari*
ALAI AMLATINA, 09/11/2009.- La crisis ambiental irrumpe en primer plano mediático de cara a la Conferencia del Clima de Copenhague, Dinamarca, a realizarse el 13 de diciembre próximo. Las perspectivas no son optimistas por falta de un consenso previo para alcanzar un acuerdo definitivo. "A pesar de los pronósticos sombríos tengo confianza que la esperanza vencerá al miedo y que la vida es más fuerte que la muerte", asegura el teólogo brasilero Leonardo Boff al iniciar esta entrevista exclusiva durante su reciente visita a Suiza. Boff, uno de los padres fundadores de la teología de la liberación recibió el 7 de noviembre el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Neuchâtel. Previamente, la misma semana, animó un debate público organizado por las ONG de cooperación solidaria E-CHANGER, y Misión de Belém Immensee en la Casa de Solidaridad Romero (RomeroHaus) en Lucerna donde participaron 200 personas.
P: Todo el mundo habla hoy de la problemática ecológica que vive el planeta. Usted fue uno de los primeros, ya en los años ochenta, en alertar sobre este tema. ¿Cuál es su análisis de la actual situación medioambiental?
Leonardo Boff: Hay muchos indicadores científicos que apuntan a la irrupción de una tragedia ecológica y humanitaria. Nada esencial ha cambiado desde la redacción de la Carta de la Tierra en 2003 que elaboramos un grupo de personalidades del mundo entero. Decíamos en ese maravilloso documento: "Estamos en un momento crítico de la Tierra en el cual la humanidad debe escoger su futuro. Y la elección es ésta: o se promueve una alianza global para cuidar a los otros y la Tierra o arriesgamos nuestra destrucción y la devastación de la diversidad de la vida".
"Se consume más de lo que la tierra soporta"
P: Una afirmación tajante que no acepta términos medios ¿Cómo se sustenta?
Boff: En la confluencia actual de tres crisis estructurales. La crisis debido a la falta de sustentabilidad del planeta Tierra; la crisis social mundial; y la crisis del calentamiento creciente.
P: ¿Puede ejemplificar esa afirmación?
Boff: A nivel social, casi la mitad de la humanidad vive hoy por debajo del nivel de miseria. Las cifras son aterradoras. El 20% más rico consume el 82.49 % de todas la riqueza de la Tierra y el 20 % más pobre, se tiene que contentar con un minúsculo 1.6%.
En cuanto al calentamiento de la Tierra, la FAO (Organización de la ONU para la Alimentación) ha advertido que en los próximos años habrá entre 150 y 200 millones de refugiados climáticos. Las previsiones más dramáticas hablan de un aumento para 2035 de 4°C. Y se especula para final del siglo un aumento de 7°C. Si esto realmente se produce, ningún tipo de vida hoy conocido podrá sobrevivir. En cuanto a la crisis de sustentabilidad, doy un ejemplo ilustrativo: la humanidad está hoy consumiendo un 30% más de la capacidad de reposición. Es decir un 30% más de lo que la Tierra misma puede reponer.
P: Sin embargo esta tendencia consumista del planeta no es nueva...
Boff: No. Pero lo que es nuevo son los niveles acelerados de ese deterioro. Según estudios de todo crédito, en 1961 precisábamos de la mitad de la Tierra para dar respuesta a las demandas humanas. En 1981 se daba un empate, es decir ya necesitábamos a la Tierra entera. En 1995 sobrepasamos en un 10 % la capacidad de reposición, aunque todavía era soportable. En 2008, superamos el 30 %. La Tierra está dando señales inequívocas de que ya no aguanta más.
P: ¿Con perspectivas futuras todavía más preocupantes?
Boff: Si se mantiene el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) mundial entre 2-3% por año, como está previsto, en 2050 necesitaríamos dos planetas Tierra para dar respuesta al consumo, lo que es imposible porque contamos con sólo una.
P: ¿Eso obliga a comenzar a pensar en otro paradigma de civilización?
Boff: En efecto. No podemos producir como lo venimos haciendo hasta ahora. El actual modelo de producción, el capitalista, parte del falso presupuesto que la tierra es como un gran baúl del cual se pueden sacar recursos indefinidamente para obtener beneficios con la mínima inversión posible en el tiempo más corto. Hoy queda claro que la Tierra es un planeta pequeño, viejo y limitado que no soporta una explotación ilimitada. Tenemos que dirigirnos hacia otra forma de producción y asumir hábitos de consumo distintos. Producir para responder a las necesidades humanas en armonía con la Tierra, respetando sus límites, con un sentido de igualdad y de solidaridad con las generaciones futuras. Eso es el nuevo paradigma de civilización.
COPENHAGUE: LA INFLUENCIA DEL PODER ECONÓMICO
P: Para volver al hoy y al aquí...En pocas semanas se realiza en Copenhague la Conferencia sobre el Clima. ¿Hay perspectivas de un acuerdo?
Boff: Hay una premisa clave. Debemos hacer todo lo posible para estabilizar el clima evitando que el calentamiento de la tierra sea mayor a 2 o 3 grados y que la vida pueda continuar. Comprendiendo que ya ese calentamiento implicaría una devastación de la biodiversidad y el holocausto de millones de personas, cuyos territorios no serán más habitables, especialmente en África y en el sudeste asiático. Me preocupa, en ese escenario, la irresponsabilidad de muchos Gobiernos, especialmente de los países ricos, que no quieren establecer metas consistentes para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y salvar el clima. ¡Una verdadera ecomiopía!
P: ¿Eso proviene de una falta de voluntad política para llegar a acuerdos?
Boff: Sobre todo de un conflicto de intereses. Las grandes empresas, por ejemplo las petroleras, no quieren cambiar porque perderían sus enormes ganancias actuales. Hay que entender la interdependencia del poder político y el económico. El gran poder es el económico. El político es una derivación del económico. Los Estados, en muchos casos, no representan los intereses de los pueblos sino de los grandes actores económicos.
P: ¿En caso de un fracaso de Copenhague, cuál sería el escenario posterior en lo que hace a la ya grave situación climática?
Boff: A mi entender, si hay una frustración política, eso puede significar un reto enorme para la sociedad civil. Para que se movilice, presione y promueva los cambios que vienen siempre de abajo. Confío en eso: la razón, la prudencia, la sabiduría vendrá de la sociedad civil. Será, también, en cuanto al clima, el principal sujeto histórico. Ningún cambio real viene de arriba, sino de abajo.
Y a pesar de lo difícil del presente, tengo la confianza que no se trate de una tragedia que acabará mal sino de una crisis que purifica y que nos permita dar un salto en la dirección de un futuro mejor.
P: ¿Con un programa común para salvar la Tierra?
Boff: Impulsando una bio-civilización que deberá promover cuatro ejes esenciales:
- El uso sustentable, responsable y solidario de los limitados recursos y servicios de la naturaleza.
- El control democrático de las relaciones sociales, especialmente sobre los mercados y los capitales especulativos.
- Un ethos mínimo mundial que debe nacer del intercambio multicultural, enfatizando en la compasión, la cooperación y la responsabilidad universal.
- Y la espiritualidad, como dimensión antropológica y no como un monopolio de las religiones. Debe desarrollarse como expresión de una conciencia que se siente parte de un Todo mayor, que percibe una Energía poderosa y que representa el sentido supremo de todo.
*Sergio Ferrari: Colaboración de prensa de E-CHANGER, ONG suiza de cooperación solidaria
Bolivia propone crear un ente de justicia climática
PLAN • La idea es que los países pobres no paguen una deuda que no les corresponde!
Jaime Iturri Salmón
Desde Barcelona
Como suele ocurrir en las reuniones de negociación, mucho de lo que aquí se ve en la ronda de Barcelona, España, son fuegos artificiales e intentos de mantener las cartas lo más secretas posibles, por ello ha caído como refrescante la propuesta boliviana de construir un Tribunal Ético para
La posición fue presentada por la sociedad civil boliviana, organizaciones que agrupan a los movimientos sociales y apoyada por el Gobierno. Todo en el salón Tejo del encuentro, donde cada sala tiene el nombre de un árbol.
“No queremos ser vistos como mendigos, no hemos venido a pedir limosna, queremos justicia”, manifestó Angélica Navarro, una de las negociadoras bolivianas.
Y el concepto de justicia para Elizabeth Peredo, de
La aclaración es pertinente pues en los pasillos de esta ronda de negociaciones se comenta que los países desarrollados quieren dejar atrás la resolución de Kioto, acuerdo que fija cuotas de reducción de emisiones para los estados ricos y pasar a una resolución donde todos deban disminuir la cantidad de gases de carbono. Por supuesto, los pobres han lanzado el grito al cielo y amenazan con hacer las maletas antes de tiempo si se sigue con este planteamiento.
“Hace pocas semanas se ha organizado el Tribunal Ético para el cambio climático”, sostiene el representante de
En tanto el viceministro de Medio Ambiente, Juan Pablo Ramos, apoyó la posición de la sociedad civil boliviana. Es posible que este tribunal se replique a nivel de los estados y pueda funcionar paralelamente a otros entes de derecho como el de
Está claro que EEUU no va a aceptar un tribunal internacional que juzgue lo que se llama “Crímenes climáticos”, sin embargo este organismo bien podría servir como un ente de presión como el tribunal internacional de Roma.
El 2007, por primera vez, Bolivia ingresó a la lista de los países con mayor cantidad de desastres naturales ocupando un dramático sexto lugar. Inundaciones en la zona amazónica, feroces granizadas en el altiplano y sequía en el Chaco son sólo algunas de las manifestaciones que, según
“Debido a su pobreza y a que es uno de los 10 países más ricos en biodiversidad del mundo, Bolivia es especialmente vulnerable al calentamiento global”, sostiene José Antonio Hernández del Toro, uno de los directores de Oxfam.
5 de noviembre de 2009
Suspenden negociación sobre cambio climático por objeciones de Africa
(AFP) - hace 6 horas
Las conversaciones fueron suspendidas en uno de los dos grupos de trabajo que negocian actualmente en Barcelona, el que discute el futuro del Protocolo de Kioto, y se llevaba a cabo una mediación entre bastidores para intentar desbloquear la cuestión, según fuentes cercanas a la negociación.
Los países del continente africano, a los que se sumaron Venezuela y Bolivia, acusaron a los países desarrollados de no comprometerse con cifras claras en sus recortes de emisiones de gases de efecto invernadero y se negaron a seguir negociando otras cuestiones hasta que ésta estuviese resuelta.
"Los países del Anexo 1 (países industrializados) deben mostrar la vía y poner sus cifras sobre la mesa", declaró a la prensa la delegada de Kenia, Grace Akumu, en presencia de los delegados de Argelia, Gambia y Lesotho.
Los 53 países de la Unión Africana esperan que los países ricos se comprometan a una reducción del 40% de sus emisiones de gases de efecto invernadero en 2020 respecto a los niveles de 1990.
Las negociaciones de Barcelona tienen lugar en dos grupos paralelos: uno para los países que ratificaron el protocolo de Kioto (EEUU es el único país industrializado que no lo ha hecho) y el otro para los 192 países firmantes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) que incluye a Estados Unidos.
Este segundo grupo proseguía sus trabajos el martes en Barcelona durante la suspensión de las negociaciones en el primero.
La reunión de Barcelona, que comenzó el lunes y finalizará el viernes, es la última sesión preparatoria antes de la conferencia de la ONU en Copenhague, del 7 al 18 de diciembre, que debe desembocar en un nuevo acuerdo internacional de lucha contra el cambio climático.
Según algunos observadores en Barcelona, la iniciativa africana es una prueba de fuerza por parte de los países en vías de desarrollo para demostrar, de cara a Copenhague, que pueden bloquear la negociación si así lo desean.
Para otros, esta crítica estaría directamente dirigida a Estados Unidos
"El mayor emisor histórico del mundo, Estados Unidos, no está tomando acciones en las negociaciones climáticas, en sus objetivos, en su financiación y el mundo en vías de desarrollo le está pidiendo cuentas con razón", consideró en Barcelona el director de la campaña climática de Greenpeace en Estados Unidos, Damon Moglen.
"Mientras el Congreso estadounidense está riñendo sobre los subsidios para la industria de los combustibles fósiles y otras formas de justificar la inacción climática, los africanos están hablando de su supervivencia", agregó.